Hace apenas unos días se publicaba una noticia trágica, ardía el icónico edificio de la Escuela de Arte de Glasgow, obra de Mackintosh inaugurado en 1909.
Glasgow es la ciudad escocesa más grande, así como su motor económico. La escuela se encuentra situada en un barrio repleto de viviendas victorianas que conviven con otras obras firmadas por Mackintosh.
El edificio, que hoy nos ocupa, la Escuela de Arte, marcó el inicio de una nueva arquitectura en Europa, su impacto fue enorme. Su estilo lo podríamos catalogar dentro del Modernismo o Art Nouveau británico. Su estética es una confluencia de la arquitectura tradicional japonesa, así como de la arquitectura tradicional escocesa. Algunos autores se refieren al castillo de Linlithgow y también a las viviendas medievales de los barones escoceses, por la irregularidad de los vanos y los volúmenes verticales que semejan torreones.
La arquitectura japonesa queda representada por la organización de los espacios de forma geométrica, además del uso de pantallas, el diseño de los vanos de iluminación y hasta el diseño de la reja que cerca la escuela está diseñada de acuerdo a motivos heráldicos nipones. Finalmente, la influencia modernista reflejada en los elementos decorativos y los materiales. Toda esta amalgama de influencias conforman un todo ecléctico pero a la par, unitaria.
La planta del edificio semeja una E, que permite, a su vez, la comunicación entre los diferentes talleres de la escuela. Los talleres se sitúan al norte, por lo que la fachada se encuentra perforada por vanos de iluminación que permiten el acceso de la luz natural. En el este, una sala destinada al diseño y hacia el oeste la biblioteca.
En cuanto a la decoración, las ventanas se enmarcan en una cuadrícula de acero que contrasta con la piedra, se decora con puntas metálicas con motivos celtas. La reja se decora con formas animales (aves, escarabajo, hormigas) y finalmente, el arco frente a la entrada principal.
Las fachadas laterales utilizan un lenguaje vernáculo y en el interior, el mobiliario, fue diseñado en colaboración con Margaret Macdonald.
La biblioteca es uno de sus espacios más fotografiados. Rediseñada en 1906, tiene doble altura soportada por una trama de columnas y vigas de madera, mientras que la techumbre está suspendida por tirantes de hierro y decorado, además, con vidrio de diferentes colores.
Esta estética hace del edificio un emblema de la historia de la arquitectura, una de las grandes obras maestras de la arquitectura del siglo XX.